sábado, 22 de octubre de 2016

Mario Vargas Llosa
Querido Mario:
Debo confesarte que me sorprendió mucho tu artículo publicado en El País, en el cual afirmas que si fueras colombiano votarías por el Sí en el plebiscito. Desde los remotos tiempos de la revista Libre, en París, hemos compartido las mismas ideas, identificadas con un pensamiento liberal que defiende la libertad política y económica, y se opone a las supersticiones ideológicas del marxismo y otras corrientes totalitarias. Siempre hemos estado de acuerdo. De ahí mi sorpresa.
En tu artículo confiesas que tras muchas dudas, y luego de leer un texto de Héctor Abad Faciolince, darías tu aprobación electoral al llamado acuerdo de paz suscrito por el gobierno de Juan Manuel Santos y las Farc. Crees equivocadamente que de no ser aprobado, Colombia seguiría sumida en una guerra que dura más de 50 años. Tal es la engañosa y dramática alternativa que le serviría a Santos para alcanzar el triunfo del Sí en el plebiscito.
Sin duda, esa falsa alternativa ha tenido efecto en buena parte de la opinión internacional, pero no corresponde a la realidad que vivimos en Colombia. En caso de que ganara el No, el propio ‘Timochenko’ ha dicho que el plebiscito no afecta el acuerdo final y que no hay riesgo de que las Farc vuelvan a la guerra.
Debes saber, Mario, que la desmovilización de las Farc no impedirá que tanto el Eln y el Epl como las bandas criminales continúen sus acciones terroristas. De modo que hasta ahí llegan las ilusiones de la paz. También te recuerdo que las Farc constituyen el tercer cartel mundial de la droga y que no van a renunciar a su millonario negocio. La prueba es que en los dos últimos años de negociación, los cultivos de coca se han duplicado en el país, pues el Gobierno suprimió la fumigación aérea.
Otros hechos que debes tomar en cuenta: los miembros de las Farc quedarán eximidos del pago de cárcel a pesar de los atroces delitos que cometieron durante más de 50 años; tendrán 26 curules efectivas en el Congreso, 31 emisoras de radio, canal de televisión, un caudaloso presupuesto para la difusión de su plataforma ideológica y ocuparán vastas zonas de concentración en el país, sin presencia de la Fuerza Pública, y que de hecho se convertirán en pequeños estados independientes para propagar su proyecto socialista.